La huella de carbono es la marca o rastro de gases de efecto invernadero (GEI) que dejan en el ambiente todas las actividades humanas, las cuales se categorizan en dos tipos: las individuales, que se refieren a la acción diaria de una persona, y las colectivas, que son las emisiones de las comunidades, de empresas o industrias. Dicha cantidad de emisiones es medible y, por ende, reducible y compensable.
Si bien es cierto que toda actividad impacta, hay algunas que generan una huella de carbono menor que otras o que se compensa, por ejemplo, mediante la reforestación de árboles, para que ayuden a la captura de los gases.
Huella de carbono personal: Es la que genera cada individuo a partir de las rutinas de su vida cotidiana, como desplazarse, alimentarse, el consumo de productos de higiene, limpieza, vestido o de otra índole, y el uso de recursos, como la energía eléctrica o el agua. Según estimaciones de The Nature Conservancy, una organización internacional ambiental, actualmente, cada habitante del planeta genera una y media toneladas –de casi cuatro anuales– de dióxido de carbono (CO2), y, en ciertos países, como Estados Unidos, esa cantidad por persona se cuadruplica.
Esta misma organización indica que es preciso que, para el año 2050, la huella de carbono personal se reduzca a menos de dos toneladas anuales. Esto es fundamental para evitar que la temperatura del planeta siga subiendo y llegue al límite de los 2 °C, que agravaría el cambio climático, con grandes consecuencias para la vida.
Huella de carbono de las empresas: Se refiere a las emisiones que estas entidades producen como consecuencia de las actividades de su negocio, producto o servicio, como la fabricación, el transporte y distribución, o el consumo energético y de recursos, como el uso exagerado de papel en las oficinas o la utilización de energías y la basura generada durante un concierto, por mencionar algunos ejemplos.
Huella de carbono de un producto: Antes, durante e, incluso, después de su vida útil, los bienes y servicios en sí mismos, también, emiten gases de efecto invernadero, empezando desde la obtención de las materias primas para su elaboración, el procesado de éstas, la producción y distribución, hasta su etapa de uso y, posteriormente, de transformación en basura, en donde, dependiendo de sus características, podrá reciclarse, reutilizarse o desecharse.
¿Cómo se mide?
La huella de carbono considera las emisiones directas e indirectas de diversos compuestos, como el metano (CH4), el óxido de nitrógeno (N2O), los hidrofluorocarburos (HFC), los perfluorocarburos (PFC), el hexafluoruro de azufre (SF6) y, especialmente, el dióxido de carbono (CO2), que es el gas más abundante y el que más ha contribuido al calentamiento global, desde 1990. Por esto, la huella de carbono se mide en kilos o toneladas de CO2 que equivalen a gases de efecto invernadero; es decir, CO2 equivalente (CO2e, o bien, CO2eq).
La medición puede manejarse en diferentes escalas según la magnitud de las emisiones. En el caso de la contaminación por países, existen los inventarios GEI, que proporcionan información sobre las actividades que más gases emiten dentro de un territorio. Con base en dichos indicadores, las naciones pueden diseñar políticas e implementar medidas enfocadas a la reducción de las emisiones contaminantes.
A nivel empresarial, incluida la huella de carbono de un producto o servicio, la métrica permite identificar en qué punto de la cadena productiva se emiten grandes cantidades de GEI, para, de igual forma, tomar acción.
De acuerdo con National Geographic, el valor de la huella de carbono se obtiene de la multiplicación del dato de consumo de la actividad en particular por su fuente de emisión, en relación al gas o combustible utilizado. Sin embargo, dado que no conocemos las variables, existen diversas calculadoras gratuitas, ya programadas, que ayudan a conocer la huella de carbono de cada persona. Por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuenta con una de uso público, que considera datos como el tamaño de la vivienda y la cantidad de habitantes de ésta, la eficiencia energética y aspectos del estilo de vida, que incluyen el modo de transporte, el consumo de alimentos y la gestión de desechos alimentarios o tecnológicos.
Conocer la huella de carbono personal, colectiva o de una empresa es importante y fundamental para el rescate del medio ambiente, ya que permite identificar las emisiones de GEI que se están teniendo, para hacer modificaciones en las rutinas cotidianas, que conlleven a reducirlas. También, ayuda a determinar el desempeño ambiental de una organización y utilizar esa información como herramienta comunicativa que conduzca a sensibilizar a la población o a otras industrias sobre el cuidado del planeta.
¿Cómo reducir nuestra huella de carbono?
Hablando, en concreto, de la huella de carbono personal, la manera de reducirla o contrarrestarla es implementando un estilo de vida más sostenible; esto implica informarse y ser selectivos con los productos y alimentos que consumimos, los servicios que contratamos, cómo utilizamos los recursos y las energías, las opciones de transporte que elegimos y la ropa que vestimos. De esta manera, es preciso:
· Optar por alimentos locales, no procesados y, de preferencia, instalar un huerto propio en casa.
· Moverse en medios de transporte que no generen tantas emisiones, como la bicicleta, patines o a pie si las distancias son cortas. En caso de necesitar un vehículo motorizado, usar el transporte público u ofrecer el carro propio para varios pasajeros que vayan al mismo destino. Si se tiene la posibilidad, comprar vehículos más respetuosos con el medio ambiente, como los autos eléctricos.
· Utilizar energías renovables, adquirir electrodomésticos de bajo consumo, regular los niveles y tiempo en que se tiene la calefacción o el aire acondicionado, apagar aparatos y luces que no se estén ocupando.
· Disminuir la cantidad de residuos, por lo que es fundamental reducir o evitar el consumo de alimentos con empaques plásticos, y usar contenedores lavables y reutilizables. Desechar correctamente la basura, en los sitios correspondientes.
· En la medida de lo posible, adquirir productos ecológicos, de elaboración natural y biodegradables, como ropa, jabones, etcétera.
En cuanto a las acciones comunitarias, se pueden llevar a cabo campañas de reforestación y jornadas de limpieza de las calles y los espacios públicos, entre otras.
¡Comience a tomar acción ya!
Widu es una aplicación móvil, disponible para equipos Android y iOS, desarrollada por la bióloga mexicana Daniela Gómez de la Maza y la ingeniera Ana Hanhausen, que, además de calcular la huella de carbono individual o de las empresas, ofrece distintas opciones de acción para reducir o mitigar dicho impacto ambiental. Descargue la app directamente de la Play Store o la App Store, o bien, desde el sitio web oficial (widu.app), donde encontrará más detalles de cómo funciona.
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