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Terapéuticos delfines



Colaboran conjuntamente con el hombre, para disminuir los trastornos físicos y psicológicos en algunos pacientes, derivados de diversos padecimientos




Uno de los animales más amigables del mundo, que destaca por su desarrollada inteligencia, ya que su cerebro se asemeja al del ser humano, es el delfín, un mamífero ejemplar.


Su nombre científico es Delphinidae, que se refiere a que son delfínidos o delfines oceánicos, que pertenecen a la familia de los cetáceos odontocetos.


Alrededor del mundo, se estima que existen 34 especies y, en general, estos animales pueden llegar a medir hasta nueve metros de largo. Poseen un cuerpo con forma aerodinámica y pequeñas aletas; su peso oscila entre los 300 kilogramos y su velocidad de nado alcanza los 45 kilómetros por hora.


Los delfines conforman grupos de seis o más ejemplares. Cuando son pequeños, se alimentan de la leche materna, la cual es expulsada por la madre durante tres años, aunque el período de lactancia dura 16 meses; posteriormente, su dieta consiste en peces y moluscos.


A pesar de que no cuentan con una nariz para respirar, poseen un pequeño orificio en la parte superior de la cabeza, que utilizan para tomar aire, cuando salen a la superficie, y exhalar el que han acumulado; dicha abertura recibe el nombre de respiradero. Al sumergirse, de nuevo, en el agua, el respiradero se cierra, evitando que el delfín pueda ahogarse; y es que los cetáceos pueden llegar a una profundidad de hasta 300 metros y aguantar la respiración hasta 25 minutos. Un dato curioso es que estos animales no duermen, sino que, simplemente, disminuyen su actividad, como parte de su letargo, exhalando aire a través del respiradero.


Sus mayores depredadores son los tiburones y las orcas. En caso de recibir un ataque por parte de un tiburón, los delfines lo embisten en grupo, golpeándolo, con el hocico, hasta causar su muerte o huída. Si un delfín resulta herido, los demás lo impulsan hacia la superficie para que pueda tomar aire.


Por otro lado, su etapa de apareamiento está definida por una especie de juego, mediante el cual macho y hembra (que alcanzan su madurez sexual a los nueve y siete años, respectivamente) se persiguen y frotan sus cuerpos entre sí, para, después, reproducirse, juntando sus vientres. Cabe señalar que la copulación tan sólo dura 20 segundos.


La gestación de un delfín toma de 10 a 12 meses, dependiendo de la especie. Cuando llega el momento del nacimiento, otras hembras escoltan a la madre, para evitar que ésta sea atacada por un depredador, y, también, auxilian al bebé delfín a que salga a la superficie, para respirar.


Su lado “humano”


Estos mamíferos se caracterizan por su sociabilidad y un avanzado grado de inteligencia. No se muestran temerosos de los humanos y se ha rumorado que, en ocasiones, han ayudado a algunos buzos a salir a flote, creyendo que se hallaban en peligro de ahogarse.


Por otra parte, poseen un cerebro similar al de los seres humanos, al menos, con relación a su tamaño, y un sistema nervioso que les permite desarrollar procesos superiores de pensamiento, lo cual se traduce, por ejemplo, en la comunicación que manejan, que es a base de silbidos o emulaciones de sonido al estar en contacto con el hombre, sobre todo cuando se encuentran en cautiverio.


Al respecto, en un experimento llevado a cabo como parte de la investigación sobre la forma de comunicación de los delfines, se aisló a dos de ellos, cada uno, con su respectivo “teléfono”, es decir, un transmisor y receptor, mediante el cual comenzaron a establecer un tipo de conversación, basada en la emisión de pequeños golpes y silbidos. Lo increíble fue que, mientras uno “hablaba”, el otro delfín se quedaba en silencio, y viceversa, como si se escucharan entre sí.


La ecolocalización


Es un término que fue creado en 1944, por Donald Griffin, un profesor de zoología, que se interesó en indagar sobre el comportamiento de los animales y su orientación acústica. Como resultado de sus estudios, en su obra The question of animal awareness, llegó a afirmar que los animales tienen mentes conscientes, al igual que los seres humanos.


La ecolocalización consiste en un sonar activo, por medio del cual se pueden transmitir sonidos, que, al rebotar en una determinada superficie, se convierten en ecos, mismos que se analizan, para ubicar los objetos y definir la distancia de los mismos. Este sistema está presente en los murciélagos, cachalotes y en dos especies de aves: el guácharo y el vencejo, además de los delfines. Estos últimos pueden percatarse del tamaño, forma, textura y densidad de los cuerpos debido a los cambios en la frecuencia; también, tienden a realizar leves golpes como parte de su método de comunicación, que pueden variar de tono, lo que es un mensaje diferente, y, a su vez, se produce una imagen mental, de alta complejidad, del objeto.


Así es cómo estos mamíferos pueden detectar la distancia de un objeto mediante la amplitud del sonido y el tiempo transcurrido en la recepción de éste; en el caso del tamaño y la forma, lo detectan a través de los cambios de frecuencia.


La delfinoterapia

Debido a su capacidad de interactuar con los seres humanos, así como otros animales, como los perros, los delfines han sido de gran ayuda en el tratamiento de pacientes, ya sean niños o adultos, que padecen enfermedades crónicas o psicológicas.


Por ejemplo, infantes con autismo o parálisis cerebral se han visto beneficiados por el contacto directo con los cetáceos, y se ha demostrado que su estado de salud mejora, logrando un mayor nivel de relajación. Asimismo, en casos de problemas neuronales, se observa una mejoría en cuanto al lenguaje y movimiento del afectado.


Esto se explica por los efectos benéficos que poseen las frecuencias ultrasónicas generadas por los delfines sobre el sistema nervioso central de los enfermos. Dichas emisiones permiten la liberación de hormonas que ayudan a combatir el dolor y facilitan la relajación.


Entre los beneficios que proporciona la delfinoterapia, se pueden mencionar los siguientes:


· Restablece el sistema inmunológico y nervioso.

· Mejora la coordinación motora, el estado de ánimo, el contacto social y el lenguaje.

· Ayuda en el tratamiento de niños que padecen déficit de atención con hiperactividad, síndrome de Down, autismo, epilepsia, etcétera.

· Es auxiliar en casos de depresión, ansiedad y estrés.

· Es de gran ayuda para adultos que requieren de un tratamiento para superar su adicción a las drogas, o personas que sufren de anorexia y/o bulimia.

· Alivia las molestias que las mujeres embarazadas presentan, estimulando el sistema nervioso del bebé.


Por otro lado, la delfinoterapia se aplica a través de baños de contacto, ejercicios y juegos entre el paciente y el delfín. Generalmente, se manejan seis sesiones, con una duración de 15 minutos, cada una, una vez a la semana; todas, bajo la supervisión de un profesional de la salud.


En casos extremos, cuando los pacientes no pueden costear la terapia, se les pueden ofrecer otras opciones, como la del ciberdelfín, en donde el enfermo puede escuchar sonidos emitidos por el delfín, mediante altavoces, y se le provee de unas gafas con las que puede observar virtualmente a los cetáceos; todo ello, mientras permanece recostado en un sillón acuoso. En México, existe variedad de lugares que ofrecen el servicio de delfinoterapia.


Es así como hemos podido adentrarnos en el maravilloso mundo de los delfines, que destacan por su inteligencia y capacidad de comunicación, facultades que les han permitido establecer un vínculo muy importante con el hombre, a tal grado que, hoy en día, ambas especies trabajan en conjunto para mejorar la salud de aquellos que padecen determinados trastornos.

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