Se dice que fue el 26 de junio del año 1498 cuando el entonces emperador de China presentó lo que hoy llamaríamos patente de un prototipo de cepillo de dientes. Estaba hecho de cerdas del cuello de cochinos que vivían en los climas más fríos de China y Siberia, las cuales se extraían manualmente del animal y se cosían a mangos de bambú o de hueso. Este producto, pronto, se hizo popular en todo el territorio chino y se extendió a Europa gracias a los comerciantes; sin embargo, no fue bien recibido al principio, ya que los usuarios consideraban extremadamente duras las cerdas.
Cabe decir que este modelo no fue el primer objeto de limpieza dental. En unas tumbas egipcias que datan del año 3000 a. C., fue encontrado un artefacto hecho de una ramita (del tamaño de un lápiz), con uno de sus extremos cortado en tiras finas, para darle una tacto blando y fibroso. El cepillo de dientes estilizado que conocemos se inventó en el siglo XVII, el cual ha sufrido pocas modificaciones hasta la actualidad. En aquel entonces, en las cortes francesas, las cerdas solían ser de crines de caballo o de otros animales. En 1938, el Dr. West le hizo modificaciones, dando lugar al llamado ‘cepillo milagro’, elaborado con púas de seda, que permitían una mejor higiene bucal.
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