Una alternativa ecológica para vestir
¿Sabía que, para producir tan sólo un par de pantalones de mezclilla y unos de algodón, se necesitan 10 mil y poco más de 3 mil litros de agua, respectivamente? La industria textil y de la moda es una de las que más efectos negativos tienen en el medio ambiente, por el desperdicio y contaminación del agua y de la tierra, así como por las emisiones de dióxido de carbono que genera.
En aras de que el estilo de vida de las personas sea más amigable con el planeta, los fabricantes de ropa han comenzado a hacer su parte y han volteado a ver al cáñamo como materia prima para elaborar textiles y prendas atractivas, demostrando que la moda no está peleada con la ecología.
El cáñamo es una planta que pertenece a la especie Cannabis Sativa L. y es originaria de Asia Central, aunque puede crecerse en cualquier parte del mundo. Fue una de las primeras plantas en ser cultivadas por la humanidad, con fines ajenos al alimentario o medicinal. Se tienen evidencias de que, desde el año 4000 a. C., los egipcios la ocupaban para elaborar fibras de papel, telas y cuerda.
La ropa de cáñamo no es un invento nuevo; según Heródoto (c. 484 a. C.-425 a. C.), las poblaciones de las civilizaciones antiguas, como la romana, la celta, la griega, la germana, entre otras, ya conocían todas las bondades del cáñamo y vestían con este tipo de prendas. Pero los cambios en la moda a través del tiempo motivaron a que este material perdiera terreno frente a otras telas; sin embargo, debido a las necesidades ecológicas, tal parece que está regresando con fuerza gracias a que es una opción muy sostenible.
Propiedades antibacterianas
Las prendas elaboradas con tela de cáñamo poseen un activo contra los microbios y las bacterias, por lo que, de manera natural, es posible que se conserven limpias por un período más largo y que no guarden malos olores. De igual forma, este tipo de ropa absorbe bien la humedad, es resistente al moho, transpirable y termogénica, lo que ayuda a que pueda utilizarse en cualquier temporada del año. Todo esto, en conjunto, influye, también, a que sea más resistente y duradera.
Ahorro de agua y aprovechamiento de tierra
El cultivo de cáñamo es mucho más eficiente, pues se logra producir más, invirtiendo menos recursos y tiempo. Por ejemplo, la superficie de suelo que se requiere para cultivar esta planta es 50 % menor que la que necesita el algodón. Además, considerando el mismo espacio en ambos, la producción de fibra de cáñamo es tres veces mayor que la del algodón.
El desperdicio de agua, también, se reduce considerablemente: hasta un 90 %, a diferencia de las grandes cantidades que demanda el cultivo de algodón.
Por otro lado, el ciclo de crecimiento del cáñamo es más rápido: 120 días, en comparación con los 150 a 180 días que tarda el algodón.
Sin pesticidas, herbicidas o abonos sintéticos
Son muy bien conocidos todos los daños que causan este tipo de productos químicos tanto al suelo, el agua y el ambiente como a la salud de las personas. La buena noticia es que el cultivo de cáñamo no requiere de pesticidas o herbicidas, ya que la planta es naturalmente resistente a microbios y plagas. Tampoco son necesarios los abonos sintéticos, pues ella misma es capaz de purificar el suelo agrícola, revirtiendo los efectos de la erosión. Este proceso se da gracias al desprendimiento de las hojas de la planta, que caen al suelo; y a través de ellas, regresa hasta el 60 % de los nutrientes a la tierra.
Combate el dióxido de carbono
Los grandes cultivos de cáñamo pueden absorber el CO2 de la atmósfera, de una forma más veloz que otros árboles, en un proceso llamado ‘secuestro de carbono’; sin dejar de mencionar que, también, ayudan a equilibrar las emisiones de este compuesto, producidas por los seres humanos. Una tonelada de cáñamo es capaz de absorber 1.63 toneladas de CO2.
Cabe mencionar que, a diferencia del algodón –que requiere de ambientes secos, estables, aunque con grandes depósitos de agua–, el cáñamo puede crecer en la mayoría de los suelos y climas, por lo que es una materia prima que se puede encontrar y procesar en cualquier parte del orbe, lo que favorece el crecimiento de la producción de ropa de cáñamo, ayudando, así, a la transformación de la industria textil a nivel mundial, hacia métodos más sostenibles.
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