Al mismo tiempo que se declaraba la pandemia por COVID-19, en marzo de 2020, el mundo de la medicina ya trabajaba en la búsqueda de diferentes medios para combatirla. Muchos de esos esfuerzos se enfocaron en el desarrollo de diversos métodos para diagnosticar el virus. En este sentido, los científicos vieron una alternativa en los perros, aprovechando sus fuertes capacidades olfativas.
Los canes son los mejores detectores de olores del reino animal. Tienen alrededor de 300 millones de receptores olfativos, mientras que los seres humanos, sólo 6 millones. Además, dedican un 40 % más de espacio en su cerebro, que nosotros, al análisis de aromas. Por esas habilidades, muy conocidas desde hace décadas, son de gran apoyo en múltiples trabajos, como en la detección de sustancias ilícitas y plagas agrícolas, el rastreo de personas, la identificación de especies en peligro de extinción o de ciertas condiciones de salud de los humanos, entre otros.
¿Cómo lo hacen?
Tanto los seres vivos como los objetos naturales y sintéticos producen ciertas sustancias con un olor característico, llamadas compuestos orgánicos volátiles (COV). En los seres humanos, éstos se generan por la actividad metabólica del cuerpo; luego, entran al torrente sanguíneo y, finalmente, son liberados en el aire a través de la sangre, la orina, las heces, la piel o el aliento.
Ahora bien, existen los COV únicos, que son olores muy particulares, que se presentan en determinadas situaciones; a éstos se les denomina biomarcadores, y aunque, en muchas ocasiones, para nosotros, no sean perceptibles, para los perros, sí los son. Se ha demostrado que pueden detectarlos en el aliento de las personas con alguna condición, alertando sobre la presencia de ésta, como las enfermedades crónicas, el cáncer, la diabetes, etcétera; o anticipar un ataque epiléptico, por mencionar algunos ejemplos.
Narices contra el virus
Basados en dichas experiencias, se planteó que las personas infectadas de COVID-19, que aún no mostraran signos de presencia de la enfermedad, o bien, fueran asintomáticos, liberan biomarcadores a través de su aliento, los cuales pueden ser detectados por los perros. De esta manera, si se les proporciona el entrenamiento adecuado para responder ante dichos olores particulares, podrían ser un método efectivo de diagnóstico de la enfermedad, en primera instancia, para, después, ser apoyado por las diferentes pruebas de laboratorio.
La idea se propuso pocos meses después de declarada la pandemia, y desde entonces, se han llevado a cabo diversos estudios alrededor del mundo para comprobar si realmente la opción es viable. Uno de ellos fue el de un equipo de científicos especializados en olores caninos, de la Universidad Internacional de Florida, que confirmó la hipótesis. Lo resaltamos porque dicha institución es la referencia mundial en la investigación de perros detectores.
Para el experimento, usaron mascarillas de pacientes hospitalizados por COVID-19 y de personas sanas, quienes resultaron negativas en las pruebas. Luego, entrenaron a cuatro perros para familiarizarse con ambos COV y mostrar un comportamiento de alerta al percibir los biomarcadores producidos por la enfermedad. Los perros fueron Mac, una mezcla de terrier; Cobra, un pastor belga malinois; One Betta, un pastor holandés; y Hubble, un mestizo de border collie.
Durante 40 días, los canes fueron sometidos a unas pruebas que consistían en caminar alrededor de una rueda con varios brazos, como una especie de estrella. En los extremos de cada brazo, había una lata con la tapa agujerada, en cuyo interior se encontraba una mascarilla, que podía ser de un paciente con COVID-19, o bien, de uno sano. Para tratar de no interferir en los resultados, los investigadores observadores tampoco sabían qué latas contenían las mascarillas infectadas. El objetivo era que los perros alertaran ante aquellas latas peligrosas.
Al final de los ensayos, los resultados indicaron que la precisión de los canes superaba el 95 %. Mac acertó en el 96.2 % de los intentos; Cobra, el 99.4 % de las veces; One Betta, el 98.1 %; y Hubble, el 96. 3 %.
Nueva vacante canina
Luego del estudio, Cobra y One Betta fueron llevados al Centro de Mando de Operaciones de Emergencia del Estado, en Tallahassee, Florida, para detectar el virus SARS- CoV-2 en las superficies; y en mayo de 2021, apoyaron en el filtro de seguridad antiCOVID-19 en el Festival Anual de Comida y Vino, en Miami. Posteriormente, participaron en dos pruebas piloto, de 30 días cada una, en el Aeropuerto Internacional de Miami.
Debido a la alta eficacia canina demostrada en esta y otras investigaciones, muchos perros en todo el mundo están siendo entrenados para la detección de personas con la enfermedad, para trabajar, después, en el control sanitario de sitios donde transita o se congrega mucha gente, como aeropuertos, escuelas, eventos masivos, lugares de esparcimiento públicos, entre otros, y ayudar a detener la pandemia.
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