top of page
Buscar
paginasatenea

La tradición de los tótems



Esculturas de madera que cuentan la historia de una comunidad





Generalmente, al hablar de los tótems, pensamos que son amuletos que brindan protección o buena suerte a su portador, cuyo poder está ligado a deidades. Sin embargo, esta concepción es un tanto errónea, ya que los tótems no son talismanes ni se relacionan con creencias religiosas, sino que son una especie de documento genealógico.


Estrictamente, los tótems son columnas de madera tallada, con formas de animales o rostros humanos, pintadas de colores. Son monumentos característicos de los pueblos indígenas norteamericanos de la costa del noroeste del Pacífico, en Estados Unidos (mayormente en Alaska) y en Canadá (en lo que, hoy, es British Columbia), referidos en la literatura como las Primeras Naciones. Se hacían para representar a los ancestros, la historia y el linaje de cada familia o clan de la comunidad; aunque, también, podían crearse en honor a un evento especial o a una persona importante. Los animales más representados en los tótems son el águila, el lobo, el oso grizzly, la ballena, la rana, el cuervo, el salmón, que son comunes de la región y con los que podían identificarse las familias.


La intención de que los tótems fueran altos era para que pudieran ser visibles dentro del territorio, desde distintos puntos. La mayoría de ellos medía entre tres y 18 metros de altura, aunque algunos alcanzaban los 20 metros. No obstante, en el pueblo de Alert Bay, en la Columbia Británica, en Canadá, existe un tótem que llega a los 53 metros.


La tradición de los tótems es relativamente joven, en comparación con otros monumentos de culturas indígenas de otras partes del mundo. La mayoría de los preservados en la actualidad fueron desarrollados en los últimos 200 años. De hecho, muchos historiadores coinciden en que el período cumbre de esta práctica fue durante el siglo XIX, cuando los pueblos norteamericanos de esa zona comercializaron con los europeos y adquirieron herramientas que les permitieron perfeccionar este arte. Aunque los tótems están hechos, principalmente, de la madera resistente del cedro rojo, sólo duran alrededor de 100 años, antes de que comiencen a desintegrarse, un proceso que es reconocido como parte natural de su ciclo de vida.  


La palabra tótem proviene de un vocablo de la lengua algonquina –conjunto de idiomas nativos de América del Norte–, que se traduce como ‘perteneciente a mi parentesco’, lo que comprueba que estas esculturas tienen el propósito de recordar y enaltecer su linaje y no son objetos religiosos, como se suele creer.

 

Se distinguían varios tipos de tótems:


  • Estructurales: Eran parte de la construcción de la casa; es decir, eran columnas que sostenían la estructura del inmueble, que, a su vez, eran aprovechadas para tallarlas y convertirlas en tótems.


  • Tótems frontales: Se colocaban en la entrada principal de la propiedad y, generalmente, daban acceso a un pasaje que conducía hacia la casa.


  • Mortuarios: Contenían las cenizas de los difuntos, sirviendo como una forma de tumba. De éstos, se desprende un subtipo de tótems, los memoriales, que estaban dedicados a una persona fallecida importante dentro del clan.


  • Tótems de la vergüenza: Eran tallados por algún clan, haciendo referencia a otro o a algún grupo vecino, para ridiculizarlo y exponerlo por no pagar sus deudas. Estos tótems fueron muy comunes durante el siglo XIX, sin embargo, las comunidades indígenas que todavía sobreviven o sus descendientes suelen tallarlos como una forma de protesta contra la destrucción de sus territorios o por alguna otra causa política o la lucha por el medio ambiente. 


Elaborar un tótem requiere de habilidades artísticas, como la escultura y la pintura, pero, también, de cultura forestal. Y es que los árboles eran evaluados detenidamente, para seleccionar aquellos con las mejores características para poder ser tallados; además, antes de cortarlos, las comunidades solían llevar a cabo una ceremonia en honor a ellos, de respeto y agradecimiento. Anteriormente, para pintar los tótems, se utilizaban pigmentos naturales, pero, después, comenzaron a ocuparse pinturas sintéticas.


De igual manera, al momento de erigir un tótem, la mayoría de las comunidades realizaba una ceremonia, en la que se explicaba su importancia y el significado de éste, y se organizaba una fiesta y un festín (potlatch).


Con la expansión europea hacia aquellas zonas del Pacífico norte, en la década de 1880, las comunidades indígenas y su cultura se vieron amenazadas. Los tótems eran señalados de ser objetos paganos, por los cristianos, quienes intentaban evangelizar a los nativos. Los oficiales colonizadores prohibieron sus tradiciones, como el potlatch y el tallado y levantamiento de tótems; además de que muchas de estas esculturas fueron retiradas de sus sitios y llevadas a museos o vendidas a coleccionistas privados de diferentes partes de Norteamérica y la Europa occidental. En 1951, estas leyes fueron derogadas y se comenzó un proceso de rescate de las culturas indígenas tanto por parte de los gobiernos como de los descendientes, que incluía la repatriación de muchos objetos tradicionales, incluidos los tótems.


Totem en México

¿Sabía que, en la Ciudad de México, hay un tótem original? De acuerdo con la página oficial del Bosque de Chapultepec, éste se encuentra en la Primera Sección de dicho bosque y fue un regalo que el gobierno canadiense le hizo a nuestro país, en 1960, por la conmemoración de los 150 años del inicio de la lucha de nuestra independencia.


En 2014, dicho tótem fue restaurado, devolviéndole su valor estético, cultural e histórico, con motivo del aniversario número 70 de las relaciones entre México y Canadá.





Comments


bottom of page