La actual pandemia nos ha demostrado, entre otras cosas, que el nuevo coronavirus ataca a todas las personas por igual, a hombres y mujeres, a ricos y pobres, a reyes y plebeyos, etcétera, nadie está exento de contagiarse; sin embargo, no todos lo han padecido de la misma forma, pues, en algunos países del globo, el virus no ha impactado tanto debido a que han controlado su diseminación acelerada, a tal grado que, para este momento, ya se han declarado casi libres de COVID-19 y han podido regresar a sus actividades, aunque con las medidas de precaución pertinentes.
Mientras tanto, la mayoría del mundo se encuentra enfrentándose a lo más difícil de la epidemia, lo que abre la incógnita sobre cuál ha sido la clave de estas naciones para superar la crisis. La respuesta está en la implementación de la estrategia de eliminación, la cual incluye un conjunto de factores comunes basados en la anticipación, la prevención, el monitoreo de casos y en atacar a la primera fase como si se tratara de una más avanzada, en lugar de la estrategia de mitigación, que pretende apaciguar la epidemia y reforzar las medidas conforme ésta avanza. Además, llama la atención que gran parte de estas naciones son lideradas por mujeres, tal es el caso de... (Datos correspondientes al 02 de junio de 2020, fecha de inicio de la "nueva normalidad" en México. Los íconos representan al líder del país, número de habitantes, casos confirmados de coronavirus y las muertes.)
Nueva Zelanda
El 27 de mayo, el país informó que había dado de alta a su último paciente hospitalizado por COVID-19. Además, para esa fecha, ya acumulaba cinco días consecutivos sin reportar nuevos contagios. Su conteo final, que se ha mantenido hasta el momento, registraba un total de mil 504 casos positivos y sólo 22 decesos.
El primer enfermo se identificó el 28 de febrero, y se trató de un caso importado, al cual se le dio un minucioso seguimiento. A mediados de marzo, la primera ministra, Jacinda Ardern, anunció que su principal objetivo era eliminar la curva, no simplemente aplanarla, para lo cual impuso medidas severas, a las que llamó “las más estrictas del mundo”: se comenzaron a realizar pruebas masivas, con el fin de detectar a tiempo a los pacientes y a los portadores del virus, y así evitar que evolucionaran a etapas críticas; se puso en cuarentena de 15 días a toda persona que ingresara al país por vía aérea o marítima, y unos días después se cerraron totalmente las fronteras; se impuso un confinamiento general durante un mes, donde sólo los encargados de las actividades esenciales podían estar en las calles; sólo se podía salir para comprar víveres o medicinas, por lo que se implementaron controles de seguridad para monitorear la actividad de la población. A lo anterior, se le sumó una excelente campaña de comunicación, a través de la televisión y de mensajes masivos de textos, y, sobre todo, la respuesta colaborativa de la gente.
Asimismo, previendo el golpe económico que supondría un mes de baja producción, especialmente para las pequeñas empresas y los trabajadores independientes, el gobierno puso en marcha programas de apoyo monetario y la suspensión del pago de hipotecas. Su ubicación geográfica y su demografía también fueron de gran apoyo, pues el hecho de ser una isla, apartada de los grandes continentes, le permitió tener un mejor control sobre el tránsito; aunado a que su población asciende únicamente a 4.8 millones de habitantes.
Gracias a estas medidas, del 2 al 9 de abril, la gráfica epidemiológica mostraba un descenso significativo de nuevos casos por día, pasando de 80 diarios a sólo 20, y así fue decreciendo hasta no registrar más contagios.
Islandia
La estrategia implementada por la primera ministra se destacó por no utilizar la cuarentena obligatoria, sino únicamente invitar a la población a permanecer en casa, y por atacar a la enfermedad de manera anticipada, pues semanas antes de que se presentara el primer caso, el 28 de febrero, ya se aplicaban pruebas gratuitas a todos los turistas, y, posteriormente, éstas se extendieron tanto a los sospechosos de COVID-19 como a la población en general. Aunque no fue tan estricta en el cierre de comercios y la suspensión de clases, sí prohibió las reuniones de más de 20 personas y aisló a la población de riesgo.
Donde sí fue rígida, fue a la hora de monitorear a los enfermos: cuando los pacientes eran identificados, se daba un seguimiento riguroso a su evolución y se ponía en cuarentena a todos sus contactos directos. Incluso, se ocupó la ayuda de detectives y agentes especiales de investigación, para rastrear casos potenciales.
El pico de contagios ocurrió el 23 de marzo, y el 10 de abril, las estadísticas reportaron mil 500 casos positivos y cuatro fallecidos. Para el 9 de mayo, el país ya acumulaba tres semanas sin ningún deceso, y durante los siete días anteriores, sólo se registraron tres contagios.
Finlandia
Durante las primeras semanas de marzo, aparte de declarar estado de emergencia cuando aún no tenía víctimas mortales, aislar la región de Helsinki y cerrar las fronteras, escuelas, locales comerciales y centros culturales y de recreación, la lideresa se valió de la juventud y de la tecnología para difundir campañas de información de gran impacto. A sabiendas de que no toda la gente lee los periódicos, recurrió a los influencers para que fueran los voceros de los mensajes de concientización; una estrategia que resultó, en parte, gracias a la buena respuesta de los ciudadanos.
A mediados de abril, Finlandia superó su pico de contagios y, desde entonces, el número de casos ha decrecido considerablemente, de manera que ya retomó sus actividades normales, pero bajo un esquema híbrido, es decir, aún se mantienen algunas restricciones y se continúan aplicando pruebas, con aislamiento de pacientes positivos y seguimiento a las cadenas de contagio. En suma, está trabajando en una modificación legislativa que permita el uso de aplicaciones móviles capaces de rastrear casos.
Noruega
Su estrategia apostó por el efecto que tienen la calidez, el amor y la empatía, transmitidos mediante mensajes de televisión para acercarse a la gente, sobre todo a los niños. La intención era buscar el apoyo de la población, por lo que se hablaba sobre la epidemia de una forma amigable, para tratar de presentar la crisis como un reto a vencer con la ayuda de todos, en vez de considerarla como un motivo de pánico.
Taiwán
Desde que el gobierno identificó el primer caso, el 21 de enero, puso en marcha alrededor de 124 medidas de prevención para contener la expansión, entre ellas, la interrupción de vuelos; cuarentenas parciales, con el uso de tecnología para verificar su cumplimiento; seguimiento de contactos y desplazamiento de cada contagiado, y, principalmente, la imposición del uso permanente de cubrebocas en lugares públicos. Ante esto, amplió la producción de los mismos y prohibió su exportación.
Luego de superar la epidemia, confiando en que el cubrebocas juega un papel importante en la reducción de los contagios, Taiwán se ha dedicado a seguir produciéndolos para donarlos al resto del mundo, especialmente a los países más afectados, como Brasil, Estados Unidos y, en su momento, Italia y España.
Dinamarca
Fue uno de los primeros países en regresar a la nueva normalidad. El 12 de mayo, la primera ministra dio por controlada la epidemia, descartando una segunda ola de contagios en su territorio, debido a que mantendría la dureza en las medidas de detección y rastreo de los casos posibles o confirmados, aplicando cerca de 10 mil pruebas diarias; aseguraría el suministro de equipo médico de protección y habilitaría sitios de aislamiento para quien lo necesitara. Para ese entonces, ya había una reducción importante en el número de pacientes ingresados a los hospitales y se contabilizaban 10 mil 789 contagios totales y 527 defunciones, lo que significa que, de ahí al 2 de junio (21 días), únicamente se presentaron 945 casos nuevos y 53 decesos.
La reanudación de actividades inició el 12 de abril, con la apertura de guarderías, escuelas y negocios pequeños, para luego dar paso a los centros comerciales, cafeterías y restaurantes, cumpliendo con las indicaciones de higiene y distanciamiento. La transición hacia los cines, teatros, museos y discotecas empezó en junio y se extenderá hasta agosto, con un aforo limitado de acuerdo con la extensión de los espacios.
Alemania
Desde el momento en que empezó a hacerse extensiva la noticia sobre el nuevo coronavirus, la canciller alemana asumió el asunto con seriedad y se lo transmitió a la gente, para que ésta se lo tomara de la misma forma. Su discurso fue contundente, pues calificó a la situación como la más amenazadora desde la Segunda Guerra Mundial y advirtió que más del 70 % de la población podría contagiarse. Ante este panorama, se saltó la etapa de negación y actuó contundentemente: ordenó de inmediato la aplicación de pruebas masivas, activó todos los recursos sanitarios, movilizó a todas las empresas de biotecnología en el país y a las facultades de medicina de todas las universidades alemanas. Gracias a esto, su índice de mortalidad es muy bajo respecto a la cantidad de casos confirmados, y estos últimos representan una minoría en comparación con el número de habitantes.
Otros grandes ejemplos
Si bien la labor de estas lideresas es digna de reconocerse, admirar e imitar, hay otras naciones en el mundo que rompen con este factor común, es decir, no están dirigidas por mujeres, pero también se han distinguido por su excelente gestión de la crisis:
Uruguay
Pese a estar en medio de lo que se considera el nuevo epicentro de la pandemia (América Latina), según el Instituto de Sistemas Complejos de Nueva Inglaterra, en Massachusetts, secundado por la Oficina Regional para las Américas de la OMS, la Organización Panamericana de Salud (OPS) y la Universidad de Harvard, Uruguay es el único país sudamericano que ha vencido casi en su totalidad al COVID-19, y sin necesidad de recurrir al confinamiento obligatorio; y es que el presidente explicó que no tiene el derecho de reprimir a quien, por necesidad, tenga que salir a las calles a diario para ganarse el pan, en cambio, su estrategia se arriesgó a confiar en la responsabilidad y el compromiso de la ciudadanía.
La rapidez de reacción también fue crucial. Su primer caso se registró el 13 de marzo y, a partir de ese día, el gobierno declaró emergencia sanitaria, suspendió clases, cerró fronteras y canceló la realización de eventos masivos de cualquier índole. También se incentivó el uso generalizado del cubrebocas y se reforzaron las medidas de higiene y distanciamiento social.
Costa Rica
Aparte de todas las medidas generalizadas, una de las principales claves del éxito costarricense es su sólido sistema de salud integral, conjugado con la disciplina de la población. Cada que se tenía conocimiento de un enfermo, los médicos y el personal sanitario designado acudían constantemente a su domicilio para repartir medicinas y verificar su evolución, y se mantenían en contacto con él a través de mensajes de texto. Pese a que ya se han normalizado en gran medida las actividades, la alerta se mantiene bajo la advertencia de que, si los casos repuntan, se dará marcha atrás.
Vietnam
Su rápido actuar estuvo motivado por la identificación y la aceptación de sus debilidades. El gobierno estaba consciente de que no contaba con la economía, la tecnología ni la capacidad hospitalaria suficientes para atender una epidemia, por lo que su principal objetivo fue, precisamente, anticiparse a la crisis. Después de China y Taiwán, fue el tercer país en implementar las medidas de prevención, como confinamiento, cuarentena a turistas, seguimiento de casos, cierre de escuelas y comercios, mensajes de texto de concientización, y uso obligatorio de mascarillas, aun cuando la OMS todavía no las consideraba necesarias. De esta manera, logró contener al virus en la fase 1. A finales de mayo, específicamente el día 25, Vietnam cumplía ya 39 días sin un solo contagio.
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