Se le considera una gema semipreciosa, pero posee una cualidad especial que bien la podría colocar por encima de todas las demás: es la única capaz de encapsular el tiempo y preservarlo por toda la eternidad. Cual tesoro, el ámbar no abunda en cualquier parte, pocos son los sitios que pueden presumir tenerlo, y México es uno de ellos, pues aquí se encuentra uno de los 20 mayores depósitos que existen en el mundo, además de ser el más cotizado de todos.
Artesanía orgánica
No es un mineral ni un cristal, el ámbar es una resina fósil traslúcida y brillante, resultado de un proceso de millones de años. Los yacimientos se formaron cuando el fluido viscoso, similar a la miel, que generaban los árboles antiguos, muchos de ellos ya extintos, como medio de defensa contra las plagas, se acumuló en el suelo hasta formar una gran masa, que después se fue cubriendo por la tierra y la vegetación, mismas que evitaron su descomposición y permitieron que se endureciera, dando como resultado el ámbar. Durante ese proceso, la naturaleza realizó sus propias obras de arte, pues al escurrir la resina por los troncos, atrapó a otros elementos naturales, como burbujas de aire, gotas de agua, partículas de polen, plantas e insectos, para inmortalizarlos luego en joyas únicas, a las que se les llama inclusiones.
Los lugares del mundo en donde se han encontrado grandes depósitos de ámbar son Europa, específicamente en la región báltica (Suecia, Noruega, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Rusia, Polonia, Alemania y Dinamarca), y América, en República Dominicana, Nicaragua y, por supuesto, nuestro país, en Chiapas. Cada uno de ellos ofrece distintos tipos de ámbar en cuanto a colores y composición. Diversos estudios han determinado que el ámbar europeo se formó a partir de la resina conífera del Pinus succinfera, mientras que el americano proviene de la leguminosa del género Hymenaea, árbol conocido como guapinol, en México, y como algarrobo, en Centroamérica y el Caribe.
El ámbar posee una peculiaridad física que motivó a que muchas civilizaciones lo relacionaran con la magia y el misticismo: al frotarse, es capaz de generar electricidad estática y atraer ciertos objetos. De hecho, la palabra “electrón”, partícula subatómica con carga negativa, deriva del griego clásico elektron, que significa, precisamente, ámbar; a su vez, esta última proviene del árabe, cuyo significado es “lo que flota en el mar”, ya que algunas piezas se encontraban en las costas. Por lo anterior, esta gema es cálida al tacto, de manera que, dentro de la medicina tradicional, se usaba para curar padecimientos de las articulaciones, para dar masajes y para elaborar ungüentos.
Tesoro chiapaneco
De acuerdo con los expertos, el ámbar de México se formó en la época del oligoceno, en el período terciario de la era cenozoica, lo cual quiere decir que tiene una antigüedad de entre 22.5 a 26 millones de años, y presenta cualidades especiales que lo coronan como el de mayor prestigio, como su excelente preservación y dureza, de 2.5 a 3.0 en la escala de Mohs[1], que hace que sea más fácil tallarlo. Presenta ocho colores característicos, de los cuales se desprende una inmensa gama cromática: 1) amarillo transparente, 2) amarillo anaranjado o coñac, 3) café, 4) rojo, 5) azul, 6) verde, 7) negro y 8) musgo. Es ya un emblema del estado de Chiapas, principalmente del pueblo de Simojovel de Allende, aunque también se trabaja en Totolapa, Huitiupán, Ostuacán, Pantelhó, San Andrés Duraznal y Pueblo Nuevo Solistahuacán.
Era un producto de gran valor dentro de las civilizaciones prehispánicas; lo utilizaban como ornamento para las clases altas, como elemento de ceremonias y rituales, para realizar intercambios comerciales, como amuleto, como alternativa medicinal y como tributo; el imperio mexica obtenía el ámbar a través de pagos que le hacían los pueblos del Soconusco, Cotaxtla y Tuxtepec.
Fray Bernardino de Sahagún relató en su Códice fiorentino o Historia general de las cosas de Nueva España (s. XVI), que los pueblos prehispánicos se referían al ámbar como apozonalli, que en náhuatl significa “espuma de mar”, pues su color y apariencia eran similares a los charcos de agua cuando eran iluminados por el sol, con un tono amarillo brilloso, como si fuera oro o si tuvieran dentro una llama. Asimismo, a las piezas que incorporaban toques verde claro las nombraban quetzalapozonalli, y a las amarillas blanquecinas, iztacapozonalli.
Por su parte, en la lengua tzeltal, propia de la etnia que reside en Los Altos de Chiapas, existen tres vocablos para llamar a esta gema y a sus derivados ornamentales: pauch, que significa “piedras de ámbar”; pauchil, que se refiere a las narigueras; y hubti, que eran los bezotes.
Dadas sus propiedades caloríficas y su relación con la magia, el ámbar se asociaba con la fuerza, la vida y la protección, por lo que era utilizado como amuleto contra el mal de ojo, aunque durante la época colonial se usó, principalmente, en la elaboración de rosarios. También se le atribuían poderes curativos para el asma, las paperas y las enfermedades de los oídos, entre otras.
El 15 de noviembre del año 2000, se publicó en el Diario Oficial de la Federación, la declaración general de protección de la Denominación de Origen “Ámbar de Chiapas”, la cual salvaguarda a la gema y a todos sus derivados, tales como joyería, artesanías, ornamentos, vasijas, etcétera.
De piedra a joya
Encontrar un yacimiento de ámbar se da por mera casualidad, casi por capricho de la naturaleza, pues éstos quedan al descubierto gracias a los deslaves que se originan a causa de las lluvias. Entonces se excava entre la tierra para sacar el acumulado de ámbar en bruto; posteriormente, se realiza un estudio para determinar su uso; luego se hacen los cortes necesarios e inicia el proceso de tallado y modelado de las piezas. Una vez listas, se procede a pulirlas con una lija y se les aplica una pasta para sacarles aún más brillo; finalmente, se limpian y se montan sobre los metales u otros elementos que formarán parte de la artesanía final.
Los productos con inclusiones son los más codiciados no sólo por aquellos que buscan ornamentos o joyas extravagantes, sino por los coleccionistas y biólogos, quienes intentan estudiar o atesorar a los animales y plantas antiguas que quedaron atrapados y conservados casi de manera intacta en la resina; y es que pueden contener desde abejas, grillos, mosquitos, mariposas, hormigas, arañas, cucarachas y escorpiones hasta lagartijas y sapos.
Ámbar auténtico
Como en todo, el ámbar también es susceptible de falsificaciones, sobre todo porque, como ya mencionamos, su formación es milenaria. Es muy fácil imitar su apariencia y hacerlo pasar por un producto genuino; estas copias se basan en acrílicos y vidrios pintados. Ante este problema, hay distintos métodos que pueden ayudar a comprobar su autenticidad:
· Flotación: Se debe sumergir la pieza en una bandeja llena de agua con un poco de sal; si ésta sube a la superficie, es ámbar; de lo contrario, será una réplica. Cabe destacar que esta prueba no funciona del todo con las inclusiones, ya que éstas tienden a ser más pesadas y a cambiar su densidad.
· Luz negra: Cuando el ámbar se expone a este tipo de luz, brilla y tiende a cambiar su tonalidad a blanco o azul verdoso, por lo que, frente a esta prueba, una imitación no modificará su color.
· Fuego: Esta prueba implica dañar un poco la artesanía, pues debe exponerse al fuego para comprobar que arda. El ámbar, al igual que el plástico, también se quema, no obstante, la diferencia es el olor que despiden, ya que la gema desprenderá un aroma a incienso.
· Electricidad: Consiste en frotar la pieza y verificar que se produzca electricidad estática. Este método también es poco preciso, ya que existen muchos plásticos que también pueden generarla.
· Inclusiones: A pesar del buen estado en que se conservan los animales y plantas dentro de las resinas, una auténtica inclusión siempre tendrá algunas fisuras alrededor de éstos, las cuales no son tan sencillas de igualar. Una imitación se verá casi perfecta.
· Otras opciones pueden ser la opinión de un joyero de confianza, o un experto en gemas y minerales. También, si se quiere un resultado más exacto, se puede recurrir a las pruebas de laboratorio.
Entre otras curiosidades sobre el ámbar, están:
- La primera fuente de la que se tiene registro en la historia fue la zona que rodea al mar Báltico, en donde se encontraban piezas flotantes. Existen muchas leyendas sobre el origen de esta gema, entre ellas, una popular de Lituania, que explica que las perlas de ámbar son las lágrimas de la diosa del mar, quien llora eternamente por no poder estar con un hombre mortal del que se enamoró profundamente.
- La pieza trabajada más antigua que se ha encontrado en América data del año 700 a. C. y procede de la zona arqueológica La Venta, ubicada al noroeste de Tabasco.
- Los egipcios lo utilizaban en el proceso de momificación de sus emperadores.
- Actualmente, se le considera un amuleto de buena suerte y de amistad.
[1] La escala de Mohs es un índice de 10 puntos, que sirve para determinar la dureza de los minerales, donde 1 corresponde al talco, que es el más suave, y el 10, al diamante, el más duro.
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