Es sorprendente cómo un rectángulo de tela confeccionado con ciertos colores puede contener los siglos de historia de una nación, la diversidad de su flora y fauna, la cultura y tradiciones de sus antepasados, las características distintivas de sus habitantes y el orgullo y sentido de pertenencia de la colectividad. Tal es el poder de las banderas: su gran carga simbólica, su compleja semiótica, condensada en elementos tan sencillos, y su potencial de unir y de provocar fuertes sentimientos en la gente que se identifica con ellas. Estas cualidades son las que transforman lo que parece ser una simple tela en un objeto de respeto casi sagrado.
Las primeras formas
Las banderas, entendidas como lábaros patrios, son relativamente modernas, pues su función como identificadoras de un Estado surgió a finales del siglo XVIII y se potencializó entre los siglos XIX y XX, época en la que la mayoría de las colonias de las grandes potencias se emanciparon, dando lugar a nuevas naciones soberanas. Sin embargo, su existencia se remite a tiempos de las primeras civilizaciones, aunque con otro concepto.
De acuerdo con la Enciclopedia Británica, las primeras banderas de las que se tiene constancia histórica datan de China e India. De hecho, una de las más antiguas perteneció a la dinastía Zhou, usada desde el año 660 a. C. Por su parte, Jenofonte (431-354 a. C.), historiador y filósofo de la Antigua Grecia, afirmaba que, a diferencia de los ejércitos griegos y troyanos, los persas sí portaban banderas, especialmente para identificar al rey. Las voces de los expertos indican que, posiblemente, éstas se desarrollaron en Asia porque ahí se trabajaba la seda, una tela fina y, sobre todo, ligera, ideal para que pudiera ondear con el viento. Y es que, en Europa, usaban otros objetos que se equiparaban con la función de este particular símbolo. Los legionarios romanos utilizaban los vexillos, que eran una especie de estandartes, hechos con lana, un material pesado y nada flexible; además de que el mástil que los sujetaba se ubicaba al centro del lienzo y no a un costado.
Durante la Edad Media (s. V-XV), el uso de las banderas ondeantes se generalizó debido a la existencia de diversos reinos europeos. Éstas tenían impresos los símbolos heráldicos de las familias reales y se izaban en castillos y territorios del rey, para indicar sus posesiones y dominios; eran un símbolo que identificaba al soberano, no a la unidad colectiva.
A partir de la Ilustración (s. XVIII-XIX), que trajo ideas revolucionarias y en contra de las monarquías, este concepto clásico se transformó en uno nacionalista, que incluía a toda la población, más allá de la figura del gobernante.
Fueron dos los hechos determinantes que impulsaron el nacimiento de los Estados modernos del mundo y, por ende, para la transmutación del significado de las banderas: la Independencia de las Trece Colonias (1775) y la Revolución Francesa (1789). Ambos sucesos tuvieron como resultado la creación de nuevas banderas, que representaban a un país como tal, con una nueva estructura política y social, y que influenciaron al diseño de los lábaros de las naciones que estarían por conformarse en los siglos siguientes. En el caso de la de Francia, se eliminó la flor de lis que identificaba a la Corona y se optó por tres franjas verticales, de color azul, blanco y rojo. La icónica pintura titulada La libertad guiando al pueblo, de Eugène Delacroix, ilustra estos ideales revolucionarios.
Todo queda en familia
El diseño de una bandera nacional es un proceso en el que se deben considerar asuntos históricos, culturales, geográficos, etcétera, que identifiquen al país en cuestión. No es una labor sencilla, pues resulta muy complicado representar todo esto en un pedazo de tela, utilizando elementos simples. La enseña mexicana, por ejemplo, incluye un símbolo muy importante dentro de nuestra cultura, que unifica todos los períodos históricos, así como la biodiversidad de nuestro territorio: un águila, devorando a una serpiente, sobre un nopal.
Pese a lo anterior, ¿se ha fijado que hay muchas naciones cuyas banderas son muy parecidas entre sí? Esto es porque son Estados hermanos, que comparten historia, ideología y ubicación, aunque después, cada uno haya tomado su camino.
Norte de Europa
El común denominador en las banderas de estos países es una cruz cargada ligeramente a la izquierda, conocida como Cruz Escandinava o Cruz de San Olaf, la cual es un emblema de la religión cristiana que se impuso en aquellas tierras en los siglos VIII y XIII, y que desplazó a la cultura vikinga. La primera nación que adoptó este ícono fue Dinamarca, seguida de Suecia, que incorporó una variación en los colores, añadiendo el amarillo.
Este de Europa
Son banderas con tres franjas horizontales y un escudo. Los colores son los representativos del paneslavismo, un movimiento nacionalista que surgió en el siglo XIX, con el objetivo de promover la unión cultural, religiosa y política entre los pueblos eslavos de esa parte de Europa. La actual enseña de Rusia fue adoptada en 1993, después de la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), regresando a los tonos históricos y basándose en una primera versión, diseñada en el siglo XVIII, por Pedro, El Grande.
Norte de Sudamérica
Los colores reflejan el ambiente tropical de estos territorios, y su similitud en diseño obedece a que estas tres naciones fueron, alguna vez, una misma. Después de emanciparse de la Corona española, en 1819, se conformó la Gran Colombia, cuya bandera incluía estos tres colores, dispuestos en barras horizontales. Al desintegrarse ésta, en 1831, por conflictos internos, los países resultantes decidieron conservar sus raíces, pero añadiendo, en el caso de Venezuela y Ecuador, elementos distintivos.
Países platinos
Son territorios que, luego de la Independencia de Mayo de 1810, formaron una nación, llamada Provincias Unidas del Río de la Plata, y la bandera que las identificaba adoptó estos colores. Al separarse, ambos países conservaron la raíz cromática e incluyeron el Sol de Mayo, que es una representación de Inti, el dios inca del Sol, cultura prehispánica que se desarrolló en aquellas regiones. Uruguay se basó en la bandera de Estados Unidos para crear la suya, con nueve franjas que representan los primeros nueve departamentos que tuvo.
América Central
La historia es similar a las dos regiones anteriores de América; el nuevo Estado independiente, la República Federal de Centroamérica, modeló su bandera, inspirándose en la de las Provincias del Río de la Plata. Al final, Guatemala optó por modificar la orientación de las franjas, de horizontal a vertical; mientras que Costa Rica incorporó el color rojo. Las demás naciones, únicamente, cambiaron sus escudos centrales.
Este de Asia
Lo que distingue a las banderas de las naciones de esta zona es la presencia de un círculo, generalmente, ubicado al centro. Para la mayoría de ellas, dicha forma representa al Sol, que simboliza la libertad. El ejemplo más claro de esto es Japón, el país del sol naciente. En el caso de Palaos y Laos, la figura alude a la Luna; en India, es la rueda de la justicia, chakrá ashoka; y en Corea del Sur, refiere al ying yang.
Medio Oriente
El formato de estas banderas son tres barras horizontales, con una forma geométrica a la izquierda. En cuanto a la gama cromática, el rojo, el negro, el blanco y el verde son los colores panárabes, que utilizó el rey de Hiyaz (territorio que, actualmente, es parte de Arabia Saudita) en la bandera que portó en la Rebelión Árabe contra el dominio turco, en 1917. Se cree que cada una de estas tonalidades representa a los descendientes del profeta Mahoma, que estuvieron en el poder durante la conquista islámica.
Oeste de África
Ghana fue la primera demarcación de aquellos lares en diseñar una bandera con los tres colores panafricanos, en 1957, la cual influenció, después, a Guinea y al resto de los territorios vecinos. En general, los colores poseen el mismo significado: el rojo
representa la sangre de los muertos en la lucha contra el colonialismo; el amarillo, el brillo del sol y la riqueza de los recursos minerales, como el oro; y el verde, los bosques y la esperanza. La estrella simboliza la libertad del continente, presente en los lábaros de Ghana y Guinea Bissau, y en los de otros países que no se ajustan a la cromática panafricana, como Yibuti, República del Congo, Togo, Somalia, Burkina Faso, por mencionar algunos.
Curiosamente, aunque las disposiciones son diferentes, los colores panafricanos están presentes en ciertos países americanos, como Granada, Dominica, Guyana, Jamaica y Surinam. Esto, porque dichos territorios fueron, alguna vez, colonias europeas, y los esclavos africanos llevados por los conquistadores se asentaron ahí, fundando una cultura similiar a la de sus raíces.
Sudeste de África
Los colores representan la cálida geografía del continente, así como la identidad cultural de los nativos: el amarillo es el sol y la tierra cálida; el negro, el tono de piel de la población; el verde, la vegetación; y el rojo, la sangre. Uganda y Zimbabwe decidieron incorporar la imagen de sus aves nacionales, la grulla coronada y el águila volatinera, respectivamente.
Oceanía
Son los mismos colores que distinguen a las naciones del norte de Europa, sin embargo, la característica de las banderas de los Estados oceánicos es que el lienzo es azul y, en la esquina superior izquierda, contiene la bandera de Reino Unido, conocida como Union Jack, que es una combinación de las cruces de los santos patronos de Inglaterra, Escocia e Irlanda del Norte. Sólo se diferencian por la integración de un número diferente de estrellas ubicadas al lado derecho o, en el caso de Fidji, un escudo. La explicación de esta similitud es que dichos países fueron colonias británicas.
Los colores favoritos
De acuerdo con diversas investigaciones vexilológicas (la vexilología, del latín vexillo, es la ciencia que estudia las banderas), la gama cromática con mayor presencia en los lábaros del mundo es la roja, seguida de la azul; después, el color el blanco, el verde, el amarillo, el negro y, finalmente, el naranja. Pero llama la atención que las tonalidades púrpuras no aparecen en alguna, con una proporción considerable. La razón de ello es por no era un tinte fácil de obtener.
El púrpura natural resulta de la mucosidad del caracol Murex, que habita en la zona del Pacífico-Índico; y la tintura se elaboraba a partir de un delicado proceso, en Tiro, una ciudad fenicia. Su producción era tardada y muy costosa, por lo que se convirtió en un objeto de lujo que no cualquiera podía poseer y, por lo tanto, adquirió un carácter asociado a la realeza y a las clases altas. Se dice que, en la Antigua Roma, el emperador Julio César viajó a Egipto para visitar la corte de Cleopatra; ahí, quedó tan maravillado por las tonalidades moradas que encargó que le hicieran una toga de ese color y decretó que, en sus dominios, sólo él podía vestirlo.
Debido a la complejidad para conseguirlo y a su relación con el alto estatus, los diseñadores de las banderas dejaron al color púrpura de lado, pues no representaba los ideales del pueblo. Además, el color empezó a comercializarse después de 1856, cuando William Henry Perkin, un químico británico, descubrió la fórmula para producirlo sintéticamente. Sólo dos banderas del mundo tienen un toque de morado, pero es muy imperceptible porque aparece en las ilustraciones de sus escudos: Dominica, que, posee un un loro imperial, el cual tiene la cabeza y el pecho de ese color; y Nicaragua, que incluye un pequeño arcoíris.
Simbolismo cromático
Los colores en cada bandera nacional tienen su propio significado, es decir, salvo en las familias por región, éstos no siempre representan lo mismo. Sin embargo, según los análisis, se han encontrado algunas coincidencias:
Rojo: sangre, valentía, fuerza, lucha, espíritu patriótico, hermandad, progreso y revolución.
Amarillo: riqueza de recursos minerales, el Sol, generosidad, libertad, tierra o arena, vida, energía, felicidad, calidez y búsqueda de nuevas oportunidades.
Verde: paisajes, Islam, fertilidad, agricultura, esperanza, recursos naturales, paz y prosperidad.
Azul: mar, cielo, lluvia, verdad, paz, lealtad, vigilancia, libertad, justicia y la población.
Blanco: paz, pureza, religión, honestidad, armonía, luz, futuro, optimismo y alegría.
Negro: población, el pasado oscuro, Islam, tierra y resistencia.
Algunas curiosidades
El reino de Dinamarca es uno de los más antiguos (s. XIII), por lo tanto, su bandera es la más longeva del mundo, la cual, en junio de 2022, cumple 803 años de ondear al viento; además, a lo largo de todo ese tiempo, no ha sufrido ninguna modificación.
Por otro lado, la forma más usada en los diseños es el rectángulo. Le siguen, en orden descendente, las estrellas, las figuras indefinidas (escudos o elementos asimétricos), los polígonos irregulares, los triángulos equiláteros, triángulos rectángulos, picos, cruces, soles, círculos completos, medios círculos y lunas.
Finalmente, aunque esta percepción es un tema subjetivo, en 2008, de acuerdo con una encuesta realizada por el diario español 20 Minutos, la bandera mexicana fue seleccionada como la más bella del mundo entre un total de 104 enseñas participantes. Claramente, no podríamos estar más de acuerdo.
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