Como suele ocurrir con la mayoría de la investigación científica, antes de probar cualquier cosa en humanos, lamentablemente, primero, se experimenta con animales; y los primeros viajes al espacio exterior no fueron la excepción.
Luego de que se lanzara a la perrita rusa Laika en una misión infructuosa en 1957, la NASA, bajo el Proyecto Mercurio y con el fin de comprobar cómo afectaban las condiciones exteriores al cuerpo de los seres vivos, envió diferentes misiones tripuladas con animales, especialmente primates. Entre ellos, estuvo Sam, un macaco Rhesus, que, el 4 de diciembre de 1959, viajó hacia los límites de la Tierra y el espacio, a bordo del cohete Little Joe-2. Alcanzó los 88 kilómetros de altura, una verdadera hazaña para aquel tiempo, y logró regresar sano y salvo a la superficie terrestre, siendo el primer animalito en lograrlo.
El macaco Rhesus es originario del sur de Asia, y se dice que la NASA escogió a esta especie debido a su inteligencia y su capacidad de adaptarse a varios hábitats. Después de cumplir con su misión, Sam vivió el resto de sus días en un zoológico de Estados Unidos.
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