El 11 de abril de 1817, en su obra An essay on the shaking palsy (Un ensayo sobre la parálisis temblorosa, también traducido como Un ensayo en la parálisis de sacudida), el inglés James Parkinson describió un padecimiento caracterizado por los siguientes síntomas: temblores rítmicos, rigidez muscular, lentitud de movimiento, inclinación hacia adelante del tronco y cabeza, arrastre de pies al andar y caída por falta de equilibrio, entre otros.
Ciento ochenta años después, en esa misma fecha, la Organización Mundial de la Salud instauró el Día Mundial del Parkinson, con el objetivo de difundir el conocimiento acerca esta enfermedad, promover la formación de especialistas y sensibilizar a la población acerca de sus causas y cómo afecta al estilo de vida de quienes la padecen.
Aunque el doctor Parkinson no revisó a los pacientes directamente, estuvo observándolos cuidadosamente; gracias a lo cual, pudo hacer aquella minuciosa descripción de las manifestaciones de lo que él definió como ‘parálisis agitante’. Fue el neurólogo francés Jean-Martin Charcot, quien, 60 años después, nombró al trastorno como ‘enfermedad de Parkinson’, pues, junto con sus estudiantes, develó su espectro clínico.
Cabe mencionar que es importante conocer sobre la enfermedad de Parkinson, ya que ésta se sitúa como el segundo trastorno neurodegenerativo, después del Alzheimer.
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