El 19 de septiembre de 1991, dos alpinistas alemanes se encontraban en los Alpes de Ötztal, en la frontera entre Austria e Italia, a una altitud de 3,200 metros sobre el nivel del mar. Entre la nieve, encontraron un cuerpo momificado, el cual, pensaron que se trataba de una persona que pudo haber fallecido recientemente al intentar escalar la montaña, como muchos casos similares que suelen ocurrir. Dieron aviso y las autoridades austríacas recuperaron el cadáver y lo llevaron a la Universidad de Innsbruck, para que fuera examinado.
Se descubrió que se trataba de un hombre que había muerto alrededor del año 3255 a. C., a los 46 años de edad, aproximadamente; además, que su piel era muy oscura, que tenía los ojos marrones, su grupo sanguíneo era O+, medía 159 cm y pudo haber pesado en vida unos 50 kg; que padecía de intolerancia a la lactosa, problemas cardiovasculares, artritis, caries, parásitos y enfermedad de Lyme. Se estimó, también, que murió entre marzo y junio de aquel año y que su cuerpo se había momificado a causa del frío extremo y perpetuo de la montaña.
A la momia se le nombró Ötzi en honor del sitio donde fue encontrada y, luego de una larga disputa entre Austria e Italia por la posesión de la misma, al final, se determinó que Ötzi pertenecía a Italia, ya que el hallazgo se dio a unos 93 metros al interior del territorio italiano. Actualmente, se exhibe en el Museo de Arqueología del Tirol del Sur, en la ciudad de Bolzano.
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