Llevar el calzado limpio va más allá de que sólo luzca bien. Una buena higiene es importante para prolongar su tiempo de vida (aunque dependerá mucho también de la frecuencia de uso) y, especialmente, porque las condiciones en que lo portemos revelan mucho sobre nuestra personalidad y nuestros hábitos. Varios asesores de imagen coinciden en que los zapatos son lo primero que la gente, de forma consciente o no, aprecia en nuestra forma de vestir, y, con base en ello, se hace una primera idea de nosotros. Vivimos en un mundo de apariencias y, aun cuando nos pongamos el calzado correcto de acuerdo a la ocasión, si está sucio o desgastado, puede ser un factor decisivo para que no obtengamos un trabajo o seamos objeto de críticas. Para evitar tales situaciones, a continuación, le explicamos cómo debe cuidar sus zapatos.
Lo primero es conocer el material del que están hechos, ya que no todos se cuidan de la misma forma, y algunos requieren de ciertos productos que otros no, como ceras o cremas. Lo segundo es hacerse el hábito de limpiarlos de forma constante, para evitar que la mugre se acumule y sea más difícil eliminarla o, bien, que parezcan viejos, cuando, en realidad, no lo son. Asimismo, si se ensucian de lodo o cualquier otra sustancia, es importante atender la mancha de inmediato.
Zapatos de cuero
Primeramente, debe eliminarse el polvo o las partículas de mugre superficiales, con un trapo húmedo o con un cepillo de cerdas suaves. Luego, se aplica una pasta especial para cuero, la cual puede adquirirse en las zapaterías o en los locales de reparación de calzado. Lo ideal es que ésta sea del color de los zapatos, pero, si no encuentra el tono exacto, puede usarse una incolora. Una vez que la pasta haya secado, se debe frotar con un paño seco, para quitar los excedentes y pulir las piezas.
Otro punto a considerar es que los zapatos de piel encerada son susceptibles a rayarse; para remediar eso, algunos zapateros recomiendan aplicar en la zona afectada un poco de calor con la secadora de cabello. Por otro lado, si se mojan, deben orearse en un lugar fresco y colocar una horma de madera en el interior, para que ésta absorba la humedad.
Gamuza, nobuk y serraje
Son pieles con textura afelpada. Para este tipo de calzado, lo recomendable es que, antes de estrenarlo, se impermeabilice, rociándolo con un spray hidrófugo. Para eliminar el polvo y la tierra, los zapatos deben cepillarse con cerdas suaves, siempre en dirección a las fibras del material, es decir, cuando el acomodo de éstas genera una tonalidad más clara.
Las manchas superficiales pueden removerse con ayuda de una goma de borrar, quitando los remanentes de ésta con el cepillo. Si son más profundas, puede utilizarse un trapo húmedo y un poco de jabón neutro. Cuando hayan quedado impecables, aplique nuevamente una capa de impermeabilizante. Le recomendamos que no use este calzado en temporada de lluvia, ya que el agua lo deteriorará; asimismo, jamás utilice cremas ni ceras, pues este material no se lleva con esos productos.
Charol
Es un material delicado, que tiende a rasparse con facilidad; sin embargo, su acabado brillante hace que su superficie sea repelente a los líquidos. El proceso de limpiado es un poco similar a los descritos anteriormente; primero se elimina el polvo con un trapo liso seco, y si hay una mancha rebelde, puede emplearse un paño húmedo con agua y jabón. También puede usarse un algodón con algunas gotas de vinagre blanco o leche. No utilice cepillos, ya que las cerdas podrían rayar el calzado. Una vez limpia y seca la superficie, es preciso frotarla con una tela suave, para sacar el brillo. Cabe mencionar que existen cremas especiales para charol, que ayudan a tener un mejor acabado.
De tela o lona
La ventaja de los tenis tipo Vans o Converse es que pueden meterse directamente a la lavadora sin que sufran algún daño, no obstante, puede ocurrir que las manchas, al estar en zonas muy profundas, no se eliminen por completo; por ello, le sugerimos lavarlos a mano. Retire las agujetas de los zapatos y lávelas aparte. Sírvase de una mezcla de agua con jabón y talle las zonas sucias con un cepillo de dureza media. Luego, enjuague muy bien y ponga a secar los tenis bajo el sol, con la suela hacia arriba, ya que, si deja la lona expuesta, podría decolorarse. En caso de que los tenis sean blancos, agregue a la mezcla un poco de bicarbonato, pues éste tiene propiedades blanqueadoras.
En cuanto a las alpargatas, no se recomienda meterlas a la lavadora, por dos motivos: las suelas se desgastan más rápido de lo habitual debido a que están elaboradas con textiles orgánicos, como el yute. Además, no siempre están cosidas a la tela que envuelve al pie, sino que están unidas con pegamento, especialmente, las sandalias de plataforma. Por lo tanto, el agua puede ablandar los adhesivos y estropear los zapatos. La mejor opción es lavarlos a mano, siguiendo los mismos procedimientos explicados previamente.
Tenis para correr
Aunque también son de tela, no entran en la clasificación anterior debido a que contienen otros materiales, como espumas o elásticos, los cuales requieren un tratamiento más delicado. Lo ideal es tallar suavemente la superficie, con un paño húmedo con agua y jabón, o con un cepillo blando, y dejarlos secar al aire libre. Sólo si hubiera un problema serio de mal olor al interior del zapato, causado por el sudor, entonces sí podría mojarse más a profundidad, asegurándose de que estén completamente secos antes de guardarlos o volverlos a usar.
Terciopelo, raso y encaje
El terciopelo es una tela velluda, de textura suave y tersa; el raso es una tela rugosa pero satinada al mismo tiempo; mientras que el encaje es una malla delgada, bordada con distintas diseños. Sin embargo, todas coinciden en que son muy delicadas, por lo que una mala ejecución de limpieza podría estropear el zapato. No deben utilizarse agua en exceso ni cepillos duros. Lo mejor es usar un trapo húmedo y tallar suavemente las zonas sucias.
En cualquiera de los casos antes mencionados, si las manchas persisten, lo mejor es llevar los zapatos con un reparador de calzado, para una solución más profesional; recuerde que lo que aquí le sugerimos no dejan de ser remedios prácticos. De igual manera, es importante tener en cuenta que el cuidado del calzado no se trata sólo de lavarlo cuando lo necesite, sino, también, de usarlo en las superficies adecuadas, es decir, nunca será buena idea vestir zapatos de charol en un terreno pastoso o con tierra, así como tampoco lucir modelos de ante, terciopelo o nobuk donde haya charcos.
Finalmente, una buena manera de conservar los zapatos en buen estado es almacenarlos correctamente en el clóset. No basta con ponerlos sobre una zapatera, pues están expuestos al polvo, la pelusa y, si fuera el caso, la humedad de los armarios. Por ello, es recomendable conservar su caja original o, bien, utilizar unas especiales para guardar calzado, que son más pequeñas, menos estorbosas y se pueden armar en forma de pila, con libre acceso a cada una de ellas, para que no tenga que desacomodarlas cada que quiera abrir una. Si no tiene mucho espacio, puede meter cada par en una bolsa plástica transparente y colocarlo en su zapatera.
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