A principios de 2005, científicos de la Universidad Nacional de Seúl (SNU, por sus siglas en inglés), en Corea del Sur, dirigidos por el profesor Woo Suk Hwang, de la Facultad de Veterinaria, extrajeron una célula de una de las orejas de un perro adulto de la raza lebrel afgana, llamado Tai, con la intención de clonarlo, usando la misma técnica que se empleó para crear a la oveja Dolly, en 1996, el primer mamífero clonado de la historia.
Tomaron el material genético de dicha célula y lo introdujeron en un óvulo vaciado de su núcleo, que, luego, estimularon para que se dividiera y se transformara en un embrión, el cual se gestó en una madre adoptiva, una hembra de labrador. Después de 60 días, el 24 de abril, nació el ejemplar por medio de cesárea. Lo nombraron Snuppy, que combina las siglas de la institución donde se realizó el experimento y la palabra ‘puppy’, que significa ‘cachorro’, en inglés. El can vivió 10 años; falleció en mayo de 2015, a causa de cáncer, una enfermedad común de la raza lebrel afgana, cuyo promedio de vida es de 11 años. Tai, también, había muerto de ese padecimiento, aunque no del mismo tipo, por lo que se concluyó que el deceso de Snuppy no estaba relacionado con el hecho de que hubiera sido producto de la clonación.
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